(Ramón Pedregal – Cubainformación).-Cuando se ha cumplido el centenario del triunfo de la Revolución soviética y un cuarto de siglo del hundimiento de ésta, en plena crisis del capitalismo y cuando el imperialismo araña las puertas de Rusia, nos encontramos con la nueva construcción del nuevo socialismo en el país que tanto había prometido por la justicia social, la igualdad y el poder obrero.

ESTA SINGULAR OBRA NARRA EL RECIENTE VIAJE DE LA AUTORA A RUSIA, DONDE VIVIÓ EN UNA COMUNA CREADA POR EL MOVIMIENTO SOCIAL E INTERNACIONAL «ESENCIA DEL TIEMPO». UN LIBRO QUE PERMITE CONOCER QUÉ SUCEDIÓ EN LA URSS, QUÉ OCURRE AHORA Y CÓMO PUEDE SER EL FUTURO DE LA FEDERACIÓN

Sobre este resurgir ha aparecido un libro en el que mediante las voces de quienes participan directamente en la tarea de gigantes, se nos introduce en el conocimiento de los errores y las luchas internas por derrumbar el sistema y eliminar lo que tantas esperanzas había creado entre las trabajadoras y los trabajadores del mundo.

El libro, que cuando menos inquieta a quien lo lee, nos trae una exposición oral de protagonistas del inmediato pasado y del presente que supera todo lo expuesto hasta ahora por los diferentes caminos desde la derecha a la izquierda en su conjunto. Su lectura deja la huella viva, pues nos introduce en la historia por la que camina la URSS.02

La autora, Sara Rosenberg, (Tucumán, Argentina, 1954), editó obras como “Un hilo rojo”, “Cuaderno de invierno”,”La edad de barro”, “Contraluz”, “La isla celeste” -cuento juvenil, “Durmientes” -poesía y crónica-, y obras de teatro como “Tripalio”, por la que recibió en Italia el premio de dramaturgia “La escritura de la diferencia”. Hoy nos responde con determinación a nuestras preguntas.

Para empezar, muchas gracias por su atención, pues estaba deseando dar continuidad al final de su libro, tan edificante y descubridor.

1.- ¿Para quién ha escrito el libro con tantas reflexiones, tanto cuestionamiento, y tanto quehacer constructivo de la nueva Unión Soviética?.

R.– Escribo para aquellos que tienen curiosidad, que interrogan y dudan. Siempre supongo que existe un lector así y ese sentimiento en mi es irreductible, a pesar de que en Occidente vivimos un tiempo de profunda barbarie, cada vez más alejados de lo específicamente humano que es la posibilidad de relacionar, sentir y pensar lo que nos sucede. Y por lo tanto hay una especie de parálisis de la imaginación y de la acción.

O sea que escribo, parafraseando a Gramsci, con pesimismo de la inteligencia pero con el imbatible optimismo de la voluntad.

Quizás también escribo porque confío plenamente en el poder de la palabra para transformar nuestro mundo. Y sobre todo porque para quienes sobrevivimos a algunas derrotas o retrocesos y continuamos apostando a la creación de un Hombre Nuevo, como decía el Che, la palabra y la escritura son un acto de rebeldía y resistencia cotidiana. Un modo de vivir y de pensar.

Siento pavor por la repetición sin sentido de los discursos hegemónicos –la inyección en vena de la derrota y el consumo paliativo- y creo que aquellos que programaron la deshumanización a través de la propaganda –Goebbels y sus continuadores – han ganado demasiado terreno, pero aquí estamos -como dice la canción de La cigarra- sobreviviendo, renaciendo y cantando al sol/escribiendo.

2.- La Unión Soviética se quedó como una cáscara. La explicación que se nos ofrece en el libro es que el partido abandonó sus obligaciones desde Krushchov. Hace poco se conoció un texto escrito por Margaret Tatcher en el que confesaba que Gorbachov era su caballo de Troya, y el mismo Gorbachov confesaba que siempre había trabajado contra el socialismo. ¿Cómo fue posible lo uno y lo otro?.

R.- Cuando el Partido Comunista de la Unión Soviética abandona ideológicamente el sentido y el concepto de desarrollo humano, -de la creación del Hombre Nuevo, de un nuevo Humanismo, aquello que se llamó el reino de la libertad- para dedicarse sólo a abastecer a la población de bienes materiales, entra en la vía consumista y de esta forma empieza a competir con el Occidente en su terreno, donde el capitalismo tiene todas las de ganar porque su único horizonte es la producción de bienes materiales para la oferta consumista, y el mercado como único dios.

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