El marido de la infanta Cristina, Iñaki Urdangarin, ha ingresado este lunes pasadas las 7.30 horas de la mañana en la cárcel de Brieva, en Ávila, por el desvío de fondos públicos.

Se trata de un centro penitenciario para mujeres construido en 1989 en el que el recluso pasará la condena aislado de las presas, gracias a su pabellón especial con cinco celdas (cuatro estarán vacías), patio propio, comedor y salas de vis a vis.

Una suerte de cárcel de lujo dentro de otra cárcel que está atendida por funcionarios y monjas.

Al margen de su pabellón, el centro con una superficie construida de más de 40.000 metros cuadrados, dispone de 162 celdas y otras 18 más complementarias. Se encuentra a unos 10 kilómetros de Ávila por lo que está bastante aislada de vecinos.

En el mismo pabellón que ya aloja a Urdangarin estuvo otro ilustre delincuente, el ex director de la Guardia Civil, Luis Roldán, quien se quejó del frío que pasó y llegó a comparar el lugar con un gulag siberiano.

Esto no le ocurrirá al marido de la infanta Cristina, ya que el Ministerio del Interior ha invertido alrededor de 1,5 millones de euros durante los dos últimos años para remodelar el centro penitenciario, de los cuales cerca de un millón se han destinado a renovar la calefacción.

De lo que no se quejó Roldán es de que tenía total libertad en ese pabellón y se podía mover a su libre albedrío con los ocho policías que se encargaban de su vigilancia, como seguramente hará ahora Urdangarin, quien podrá recibir la visita de su mujer y sus hijos una vez por semana.

La nave, además, dispone de cocina propia, salón comedor, aseos, ducha y una sala para los encuentros vis a vis, además de las estancias reservadas para los vigilantes. Urdangarin, además, podrá disponer de un televisor propio si lo compra.

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